Apenas unos días antes del 28 de enero, Felipe Calderón llegará a Cambridge, Massachusetts, para su estancia académica de un año en la Universidad de Harvard. Pocos ponen en duda el enorme lustre que le dará a ese centro de estudios el reclutamiento del expresidente, cuya carta de presentación en materia académica no podía ser mejor: el Tecnológico de Auschwitz está por otorgarle el doctorado Honoris Causa en Estudios de Población, por haber contribuido a aliviar la sobrepoblación en México en hasta 100,000 individuos, según los cálculos más optimistas.
Por supuesto, no faltan las voces mezquinas que piden a gritos que Harvard "revoque" la contratación de FeCal, como lo llaman sus cercanos. Son los mismos resentidos de siempre, los emisarios del pasado que sueñan con el México populista, el de "los hijos que Dios nos de", cuando quedó demostrado en los últimos años que entre más hijos, más pobres y por lo tanto más narcos. Contra eso tuvo que luchar Calderón, con tanto éxito que esas voces que ahora piden su despido aún antes de ser contratado, sienten amenazadas sus bases de apoyo. Porque nadie ignora que el lopezobradorismo se nutre del lumpen social al que Calderón combatió con toda su energía. Lo que hay que ver.
Lo cierto es que si la Universidad de Harvard desea contribuir al progreso de la Humanidad, haría bien en ignorar a esas voces interesadas en vivir en el oscurantismo, y debería reconfirmar la contratación de Felipe para incorporarlo a su planta académica. Con una sobrepoblación mundial que ahoga al planeta,serían de mucha utilidad que las propuestas visionarias de Calderón en esa materia pudieran resonar en la universidad más prestigiada del mundo.
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